Gotas de llanto o luna lloviendo sobre la tierra o piel del alma


Gotas de llanto o luna lloviendo sobre la tierra o piel del alma

lunes, 12 de agosto de 2013

Él es la recompensa




Él es la recompensa

"Quien Me busca Me encuentra.
Quien Me encuentra Me ve.
Quien Me ve, Me conoce.
Quien Me conoce Me ama.
A quien Me ama, Yo lo amo.
A quien Yo amo, Yo lo mato [de amor].
A quien Yo mato, Yo le debo una recompensa.
A quien debo una recompensa, la recompensa soy Yo".
[Hadîz qudsî atribuido a ‘Alî ibn Abî Tâlib]


 ***

Comentario:

He ahí sabiamente sintetizado el itinerario espiritual sufí. En efecto, el presente hadîz qudsî, en el que Al·lâh habla en primera persona por boca de su siervo, glosa a las mil maravillas el espíritu del tasawwuf o sufismo islámico, que no es una senda interior que arranque desde el amor y la sentimentalidad, sino desde el conocimiento y la intelectualidad, sabiendo, no obstante, que el órgano por antonomasia del particular conocimiento al que alude el sufismo no es otro que el corazón, que, según Mansûr Hal·lâj (m. 922), posee la capacidad de ver. El derviche conoce mediante el ojo del corazón o ‘ayn al-qalb; el suyo es un saber sabor, un saber sabroso. Y quien conoce al Amigo divino (Dost) Lo ama. Dicho de otro modo, quien sabe mirar sus signos, que, al fin y al cabo, son Sus nombres, Lo admira y ama, con un amor que devasta y mata. Mawlânâ Rûmî (m. 1273) decía que “la puerta que conduce al amor se llama devastación”. Pero, la vida que perdemos no es más que el estrecho mundo en el que vivimos ensimismados y al que, fatalmente, damos por real. Despertar de nuestro ensimismamiento es dejar de considerarnos el único ámbito posible de lo real. Hay más realidad de la que vemos y vivimos; la realidad realmente real no cabe en la estrechez de nuestra mirada egoica. La senda sufí comporta dar la vida por el Amigo, sabiendo que la recompensa de todo ello es el propio Amigo. Jesús, el maestro judío de Nazaret, decía: “Quien pierde su vida por Mí, la encontrará”. Hay que morir antes de morir, clamaba Muhammad, profeta del islam. Pero, ¿quién está dispuesto a hacerlo?  
Halil Bárcena
 http://instituto-sufi.blogspot.com.es/


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